domingo, 16 de enero de 2011

Cultura hispánica

Acabo de ver la exposición "Pintura de los reinos. Identidades compartidas en el mundo hispánico" en el Palacio Real de Madrid. Trata de las influencias e interrelaciones entre España y la América española en el campo pictórico entre los siglos XVI y XVII. Viene a ser una especie de mapa del arte y la cultura hispánica en ese período. Vaya por delante que no soy un experto, ni en historia del arte en general ni en la temática de esta exposición en particular. Hablo, pues, sólo a escala de simple aficionado, curioso o persona con un cierto nivel cultural. Lo que quiero decir tampoco pertenece al orden estético: no quiero entrar en el valor artístico de las pinturas exhibidas, que me parece paupérrimo (pero, como digo, no es ésa la cuestión). Lo que motiva esta nota y lo que me parece más digno de enfatizar de la exhibición de marras es, no por sobradamente sabido, menos impresionante: la abrumadora, obsesiva, asfixiante presencia de la religión en la conformación de la visión española del mundo durante un período de tiempo que abarca todo el despegue de la modernidad. Mientras los países más avanzados de Europa intentaban abrirse a la ciencia, a la libre especulación filosófica, a la experimentación en todos los órdenes, a la innovación técnica, etc., etc., España y el mundo hispánico seguían anclados en los presupuestos más rígidamente contrarreformistas (entiéndase el término con todo su lastre y con todas sus connotaciones inmovilistas). La divergencia no hizo más que agravarse y exacerbarse en los siglos posteriores: de esas raíces vendrían luego las tan traídas y llevadas "diferencias" españolas. ¿Estamos hablando sólo de cosas del pasado?