sábado, 20 de agosto de 2011

Cómo no puede funcionar un país

En mitad de la carretera que lleva a San Salvador de Jujuy, capital de esta provincia, noroeste de Argentina, me intento resguardar inútilmente del sol que cae a plomo, a pesar de que son las doce de la mañana y es invierno en el hemisferio austral. El coche, parado, hará el número trescientos algo de una fila cuya cabecera se pierde en la siguiente curva, seguido por un número de vehículos similar en la recta que hemos dejado atrás, antes de ser parados por un piquete de manifestantes que piden tierras. Los autos están en su mayoría con el motor apagado porque llevamos ya hora y media de parada. La gente sale de ellos y dialoga, exclama, se lamenta, siempre con el mismo sonsonete: "Dicen que no van a abrir en todo el día". "He oído que dejan pasar unos cuantos cada hora, antes de cerrar de nuevo". "¿No interviene la polícía?" "No, después de unos incidentes con muertos la semana pasada y con elecciones a la vista, nadie quiere ser tildado de represivo". O sea, la policía está, pero deja hacer. Deja hacer la santa voluntad de los piqueteros de turno. Entre los que esperan hay gente con urgencias, como enfermos o embarazadas a punto de dar a luz. No es el único sitio donde ocurre esto. Ahora mismo sucede también en otros puntos de la región. Por los mismos motivos o por reivindicaciones educativas, como nos tocó a nosotros también ayer, un poco más al norte, en Abra Pampa. Tengo el motor parado además porque en muchas estaciones de servicio no hay gasolina. Problemas de suministro. También estoy preocupado porque no me alcanza el dinero para un pago: los cajeros automáticos no suministran más de mil pesos diarios (unos doscientos y pico dólares). ¡Ay, Argentina! No quiero meterme en el fondo del asunto, si las reivindicaciones de unos son justas o no, si los problemas obedecen a causas externas o internas, coyunturales o estructurales. Sólo creo que puedo decir con seguridad una cosa: así no puede progresar un país.

No hay comentarios: