miércoles, 1 de diciembre de 2010

El aprendizaje de la libertad

Hace unos años, dos reconocidos especialistas, José-Carlos Mainer y Santos Juliá publicaron un libro con este título. Se referían a la cultura y al ambiente político del período de la transición española a la democracia, aquellos años inciertos en los que los españoles tuvieron, entre otras cosas, que aprender a comportarse en una sociedad democrática. Me he acordado del título y de la expresión ahora, cuando ha pasado casi medio siglo de aquel momento (¡se dice pronto: medio siglo!) y veo y compruebo que ese aprendizaje de mis compatriotas no fue todo lo provechoso que muchos pensaron ni todo lo formidable que algunos se ufanaron (España, paraíso de libertades). No, señores, España no es el paraíso de la libertad porque nos falta una tradición de tolerancia, de diálogo, de respeto al discrepante y de capacidad de transacción, sin todo lo cual la libertad degenera en hacer lo que me da la gana... ¿y qué? Aquí no se escucha con respeto al oponente sino que no se le deja hablar, se le llama fascista o se le arroja lo más contundente que se tiene a mano. Aquí no se dialoga, sino que se grita y llegado el caso se insulta. Aquí no llega siquiera a escucharse al rival sino que se le etiqueta como enemigo despreciable sencillamente porque no es amigo o amigo de mis amigos. No, el aprendizaje de la libertad es para nosotros, como se decía en la transición, una "asignatura pendiente".

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