sábado, 21 de mayo de 2011

Para recoger hay primero que sembrar

Con ocasión de las concentraciones juveniles en Sol y en las plazas de otras ciudades españolas, he leído algunos comentarios manifestando la extrañeza y hasta la injusticia de que los “indignados” por el estado actual de cosas en nuestro país metan al PP y al PSOE en el mismo saco, en vez de responsabilizar en exclusiva a este último de los cinco millones de parados y el descrédito de las instituciones. Más aún, exclaman con extrañeza: ¡no esperan nada de la alternancia! ¡Qué descubrimiento! ¡Pues claro que nada esperan, porque para ellos, sea el PP corresponsable o no de la situación, el partido de Rajoy no supone ninguna alternativa! Es, dicen, más de lo mismo, el mismo pasteleo. Me apresuro a señalar que no creo totalmente justo el dictamen pero lo cierto es que, justo o injusto, es lo que piensan miles de personas. Y justo o no, lo cierto es que el PP se lo ha ganado a pulso: con su torpeza, su mezquindad, su cerrazón y su sectarismo, defectos todos ellos que hacen de la derecha la imagen especular del PSOE. Con una diferencia: éstos serán lo que sean -y casi nada bueno- pero nadie les puede discutir su maestría en la agitprop y, sobre todo, su capacidad para impregnar con sus ideas a una importante base social y cultural. El PP ha renunciado a ello. Asume su inferioridad en este terreno con una naturalidad pasmosa. Tanto, que interioriza que sólo puede llegar al poder de tapadillo. Por renunciar, ya hasta renuncia a proponer sus ideas. Tiene tanto miedo a dar miedo que prefiere callar. Si al final accede al gobierno será porque su rival lo ha hecho tan mal que la gente piensa que ya no es posible hacerlo peor. Pero llegará sin despertar ilusión alguna. Y eso no es una alternativa.

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