lunes, 21 de junio de 2010

La muerte de Saramago

La muerte de Saramago ha puesto una vez más de relieve lo bien que la izquierda política, sociológica y cultural sabe hacer las cosas en el terreno de la propaganda y la comunicación. También ha puesto de manifiesto lo bien que funciona el espíritu de partido (entiéndase en sentido amplio, no restrictivo, es decir, como espíritu socialista, progresista o revolucionario). Con Saramago ha muerto uno de los principales referentes intelectuales de ese sector ideológico y ¡caray, cómo han sabido rodear el óbito de un halo de laica santidad...! Así actúa la izquierda con sus miembros y con sus ideas. Así, de este modo, logra impregnar de sus valores -repito, de "sus" valores- al conjunto de la sociedad. No entro ahora en los méritos literarios de Saramago, cuestión sobre la que habría mucho que hablar. Me basta con fijarme en lo que Saramago representaba y por lo que ha sido homenajeado: su dogmatismo comunista irreductible. O, dicho de otra manera, su combate contra la libertad y a favor de los dictadores (siempre que fueran de izquierdas, of course). Nadie de esa cuerda se ha despeinado por ello. ¡Al contrario! ¡Sin el más mínimo rubor...! Siempre digo en situaciones como ésta que, mientras que la derecha no aprenda y siga prisionera de sus complejos, se merece seguir dónde está, ayuna de la influencia social y cultural que es precisa para un liderazgo político.

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