lunes, 14 de junio de 2010

Uno de los nuestros

Hace algunos años el director norteamericano Martin Scorsese dirigió una película de mafiosos titulada "Uno de los nuestros". Desde entonces se ha extendido aún más esa expresión (que ya era de uso corriente) en los análisis y comentarios de la prensa y otros medios de comunicación para caracterizar la actitud de quienes defienden a capa y espada a los suyos sólo por el hecho de ser de los suyos, es decir, en función de un determinado espíritu de cuerpo que otros llamarían pura y simplemente sectarismo, por no decir cosas peores. Recuerdo a ese respecto el exabrupto que se atribuye a Roosevelt sobre el dictador nicaragüense Somoza: "puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". Aunque es raro que se admita de esta manera desembozada, lo normal en efecto es que la disposición antedicha desemboque en el cinismo rampante. He pensado en esa falta de escrúpulos (más indecente si cabe desde el punto de vista intelectual que propiamente ético) ante la actual situación política española: ¡un gobierno sedicentemente de izquierdas acometiendo en nombre de los trabajadores y desfavorecidos el más drástico recorte de sueldos públicos y prestaciones sociales de la reciente historia española! Si una política semejante la urde la derecha, el país hubiera literalmente ardido en protestas y manifestaciones. No entro ahora en si tales medidas eran necesarias o incluso imprescindibles. Lo que me parece más indecoroso es que se nos quiera hacer comulgar con ruedas de molino.

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